
Análisis sobre la toma de protesta de Joe Biden, el pasado 20 de enero en los Estados Unidos, su relación con AMLO y México, actitudes y consecuencias
Diario Humano | La Paz, Baja California Sur
El pasado 20 de enero, Joe Biden tomó protesta como presidente de los Estados Unidos de América (EEUU) y ahora, tendrá que llenar el vacío del caudillo que lo precedió.
Cabe señalar que, la política de caudillos, ha trascendido diversos países de todas las latitudes durante estos años; son dirigentes que hacen sentido fuertemente, pero a ciertos sectores de la población.
Joe Biden llegó a la presidencia tan solo por no ser Donald Trump, por lo que podemos esperar que haga lo opuesto. Serán derrotados el terrorismo doméstico y la supremacía blanca, afirmó durante su discurso de entrada.
Si bien Donald Trump no fue quien originó la supremacía blanca, es quien legitimó esas ideas discriminatorias, fundadas en estereotipos, de una clase muy desplazada de la realidad.
“No hay tiempo que perder” fue su primer tuit como presidente y es que EEUU ha aprendido sobre los peligros del extremismo ideológico, tanto así que Trump está siendo baneado de todos los sitios habidos y por haber.
Esperamos una nueva narrativa para el discurso político estadounidense, porque a pesar de que AMLO dijese que Trump era respetuoso, no dejamos de ser un conejillo de indias más para los problemas de EEUU.
Cambia el discurso y con ello las políticas, cosas tan inútiles y simbólicas como el muro serán paradas.
Además impulsará una reforma migratoria que legalizará a millones de inmigrantes, en su mayoría latinoamericanos; además, decretó la reinserción de EEUU al Acuerdo de París, contra el cambio climático.
Declaró que respetará la disidencia y la prensa pues de eso se trata una democracia.
El caudillismo americano ha sido fuente de distintos problemas sociales, la distribución de noticias falsas y una comunidad de Aseguidores políticos que actúan y no escuchan, porque, desde su perspectiva, los medios ajenos al poder «no informan».
Así lo hacía Trump y así lo hace también nuestro presidente, Andrés Manuel López Obrador, conforme a sus más acérrimos críticos.